La IA promete mejorar el diseño de los servicios digitales centrados en las necesidades de las personas y la eficiencia de procesos de importancia vital — como la prestación de servicios sociales y la transparencia en la toma de decisiones públicas — e incentivar la economía mediante aumentos en la productividad.
En un momento donde la digitalización y la relación de las personas con los entornos virtuales se hace cada vez más necesaria, reflexionar en torno a la implementación de la IA para facilitar y mejorar la calidad de los servicios sociales es uno de los pendientes en nuestra región.
En América Latina, a partir de un informe publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo, se pudo visualizar la gran brecha digital existente así como también la falta de infraestructura para poder implementar nuevas tecnologías.
El concepto de IA para el bien social apunta al empoderamiento de las personas: se emplea para abordar los retos más importantes de nuestro tiempo, aquellos que impactan directamente a los humanos y al medio ambiente en los más diversos campos como la salud, la educación, el empleo, la justicia, la disponibilidad de recursos, el cambio climático, la igualdad de género y la reducción de las desigualdades.
La falta de infraestructura digital en la región surge como un reto clave en cuanto a la democratización de los beneficios de la IA. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima que el acceso a la tecnología puede ser hasta diez veces superior en zonas urbanas en comparación con las rurales.
En cuanto a patentes de IA, Latinoamérica se halla en los niveles más bajos en comparación con otras regiones (menos del 1%), enfrentándose a retos sistémicos como son las brechas de desigualdad.
Según el informe, el coeficiente de GINI promedio es de 46%, posicionando a la región como una de las más desiguales del mundo, junto con África subsahariana. Esto abre una oportunidad para explorar la manera en que la IA podría convertirse en una herramienta poderosa para reducir esta brecha.
En este aspecto, existen principalmente cuatro subsectores de IA que se relacionan directamente con la mejora de la calidad de vida que sobresalen por su ritmo de crecimiento: salud, EdTech, FinTech y AgTech.
Con estos usos se busca ampliar y distribuir las oportunidades existentes, por ejemplo creando posibilidades para que los agricultores accedan a crédito; impulsando una educación personalizada y de calidad a través de soluciones de monitoreo y apoyo a los estudiantes; democratizando el acceso a servicios de salud a través de sistemas de diagnóstico automatizado a distancia; permitiendo una comunicación más fluida desde y entre la comunidad con discapacidad auditiva; reduciendo la malnutrición mediante el suministro de alimentos sostenibles y accesibles basados en plantas; y mitigando los efectos del cambio climático desde distintos sectores.
Es así que la IA requiere de esfuerzos activos y coordinados para evitar sesgos y efectos adversos en colectivos desfavorecidos. Esto por cuanto, en el desarrollo y despliegue de los sistemas de IA, durante el entrenamiento de los algoritmos ya que surgen desafíos relacionados con el consentimiento, los sesgos, la explicabilidad y otros factores que pueden poner en duda la ética y transparencia de estos sistemas e impedir que tengan la necesaria legitimidad para expandir su uso.
Los temas que se incluyen dentro de la definición de ética de IA se relacionan con el uso responsable de los datos para asegurar que los sistemas autónomos e inteligentes se centren, desde su diseño mismo, en el respeto y la protección de los derechos humanos. Se abordan prin- cipalmente temas de justicia y no discriminación, privacidad, rendición de cuentas, transparencia, explica- bilidad y seguridad.
Es crucial garantizar tanto la seguridad digital (disponibilidad, integridad y confidencialidad de datos y sistemas) como la transparencia algorítmica y la rendición de cuentas.
Para alcanzar esta verdadera inclusión y lograr una disminución de la desigualdad social, es necesaria una labor conjunta entre gobiernos, empresas y emprendedores lo que permitirá contribuir al cumplimiento de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) en la región.
Datos extraídos del informe publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo